La maternidad tiene sus trucos de magia. Pero nunca imaginé que convertirme en mamá me ayudaría a saber quiénes eran los verdaderos amigos. Quienes son esos que estarán ahí para siempre y son solo compañeros de pasaje que solo nos iluminan por un tiempo, pero cuando el tiempo se acaba y aparecen las responsabilidades, ellos también.
Y está bien, agradezco a esos compañeros de clase mis días antes del bebé por las risas y las buenos momentos.
Pero cuando nació mi bebé , muchas invitaciones tuvieron que ser rechazadas, los mensajes de texto y las llamadas no volvieron y cuando traté de encontrarlos para compartir nuevas experiencias no pude encontrarlos, ahí es cuando mis verdaderos amigos, comenzaron a brillar.
Entiendo que mis prioridades han cambiado.
Y parece ahora solo estoy hablando de bebés y pañales, pero ¿no se supone que los verdaderos amigos deben ser los que caminan con nosotros en todas y cada una de las facetas?
¿Los que nos motivan a medida que crecemos y evolucionamos?
Y tú no estabas allí.
No estaban allí cuando yo regresé después de dar a luz.
No estaban cuando necesitaba un oído para desahogarme.
No estaban allí para enviarme el mensaje de texto que me hace sentir menos solo.
No estaban cuando los invité a celebrar su primer cumpleaños.
Pero te agradezco, porque gracias a tu ausencia pude descubrir a mis verdaderos amigos.
Quienes me guían, me inspiran y me acompañan durante este periodo son mis verdaderos amigos.
Esos que entienden que la maternidad es parte de mí pero no es lo único que me define.
Esos que me hacen reír hasta las lágrimas y divertirme pero que también entienden que soy mamá y que no puedo desvelarme en fiestas como antes.
Estos amigos que están ahí incluso cuando se vuelve y las cosas son complicadas.
Estos amigos son mi tribu, mi familia, y aprendieron cómo es una amistad verdadera y genuina.