Como la mayoría de las perturbaciones psicológicas, la timidez comienza en la primera infancia cuando la falta de experiencia vital no nos permite asumir la iniciativa. Durante los primeros años de vida las relaciones con los demás, especialmente con nuestros padres, son de la mayor importancia. Ellas constituyen la base sobre la que se asienta una carga de vivencias que , de manera positiva o negativa, ejercen su influjo durante toda la vida.

Hay momentos en que la felicidad de los niños depende, en gran medida, del humor de los adultos. Si el padre tuvo un mal día en la oficina, es fácil que al llegar a casa se muestre irritable e impaciente con sus hijos. Ocurre entonces que, a veces, cuando estos esperan afecto, la gente que los critica, se burla de ellos o los rechaza.

Por cosas como ésta, la mayoría de nosotros crecemos sintiéndonos inseguros en lo que respecta a la conducta de los demás. No solamente debemos tratar con personas que difieren profundamente entre sí en cuanto a temperamento, sino que incuso aquellos a quienes conocemos bien tienen el hábito de reaccionar en una cantidad de formas diversas que varían según su humor del momento.

La timidez se produce en una persona cuando esta falta de certeza general se intensifica debido a experiencias que le producen un dolor y una humillación excepcionales. Si las relaciones con los demás se asocian de algún modo con recuerdos desagradables, nos sentimos inclinados a evitar a la gente o, por lo menos, a sentirnos incómodos en su presencia.

¿Donde empieza la timidez_ Sepa cómo detectarla para superarla.
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El recuerdo de momentos desagradables

Es esencial que descubramos la causa original de nuestra timidez. Esto no es fácil por la sencilla razón de que los seres humanos inconscientemente procuran olvidar de manera deliberada todo aquello que les causa dolor.

Este es el mecanismo de defensa denominado »represión». Relegamos el recuerdo desagradable obligándolo a pasar de la conciencia a la subconsciencia y reemplazándolo por recuerdos agradables. Pero si más adelante tenemos la experiencia de algo que, siquiera remotamente, nos recuerda la desagradable experiencia original, la memoria subconsciente reacciona bajo tal estimulo.

Quizás incluso entonces no recordaremos los detalles. Por lo general lo único que aflora es la emoción; sólo somos conscientes de una desazón, un temor o una tensión irracionable. Lo que perdura es la sensación penosa que tuvimos en determinado momento y no la experiencia misma.

Imagine, por ejemplo, que usted es un niño pequeño que debió pararse en la clase y leer en voz alta. Su maestro se muestra irritable y sarcástico. La penosa ansiedad que usted siente es tan intensa que se pone nervioso. La garganta se le contrae, usted la siente reseca y empieza a tartamudear.

Usted lee mal y se siente inferior sin atenuarse. Los compañeros oyeron lo que el maestro le dijo. Usted tiene miedo de una mala nota y, dado que su familia y la escuela conforman su mundo, pareciera que el universo entero lo considera un sujeto inferior y poco inteligente.

Esta es la terrible impresión que registra su mente . La verdadera importancia del suceso se distorsiona desproporcionadamente, pero la represión ya funciona mucho antes de que usted cuente con la comprensión necesaria como para tomar conciencia de esa distorsión.

Al llegar a la adultez quizás se encuentre algún día con su maestro y recordará el temor que le inspiraba. Ahora ya no puede molestarlo, pero el recuerdo reprimido de cómo lo trató si lo afecta.

Para su subconsciente, que no es razonable ni esta regido por el pensamiento lógico, ese maestro puede representar muchas cosas. El único factor que aquí nos interesa es que ese hombre lo hizo llegar al temor de parecer ridículo frente a los demás.

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Efecto de las experiencias infantiles.

Usted entra en un cuarto lleno de gente o planea una idea tan interesante durante una conversación que los demás dejan de hablar para escucharlo; o tal vez discute amigablemente sobre un tema o es presentado o debe hablar con personas extrañas : cualquiera de estas situaciones es suficiente para estimular ese recuerdo reprimido durante largo tiempo en su memoria.

Conscientemente sólo se dará cuenta de los mismos síntomas nerviosos que lo perturbaron cuando era niño. Se sentirá compulsivamente ansioso por agradar y evitar las criticas. Se preguntará que piensa el otro y si dirá algo que pueda hacerlo parecer como un tonto o en posición inferior. Sentirá que tiene la garganta seca y tragara saliva repetidamente. Quizás se ruborice, se sienta desmayar, tartamudee o le falten las palabras.

Un fracaso serio o un cruel menosprecio en los primeros años de vida pueden afectarnos hasta hacernos depositarios conscientes de una supuesta inferioridad. La gente de este tipo tiende a ser normalmente retraída. Hablan poco y lo que dicen no los compromete con ningún punto de vista. Su deseo de compañía se manifiesta en la satisfacción que experimentan cuando los demás se molestan buscándolos o los hacen objeto de algún pequeño elogio.

Recordar y analizar su infancia

Si usted es tímido será conveniente que procure llegar al factor subconsciente que está ejerciendo poderosa influencia. Teniendo bien presente que la experiencia negativa ocurrió durante su infancia, y que por lo tanto aparecerá distorsionada, deberá procurar comprender porque lo afecta y qué es exactamente lo que hoy significa para usted.

Repase los recuerdos de su infancia. ¿Qué puede decir de las relaciones con sus padres? ¿Se sentía seguro de su cariño y protegido por ellos?. ¿O es que eran personas de humor cambiante y, como resultado, usted jamás sabía lo que pasaría o cómo habrían de reaccionar?

Su vida escolar es Igualmente importante. ¿Se sentía feliz en la escuela? En caso contrario, ¿porque se sentía desdichado? ¿Le gustaban sus maestros? ¿A cuál periferia y por qué? Esta pregunta es importante porque la cualidad que lo atraía quizás esté señalando el factor subconsciente. Por ejemplo, si su maestro o maestra eran tan pacientes como amables y esto le agradaba especialmente, quizás era  porque usted requería paciencia y amabilidad. ¿Por que? ¿Es que no las recibía en el núcleo familiar o de otras personas?

Su subconsciente recordará con mayor claridad los hechos agradables porque ellos aparecen libres del mecanismo represivo. Pero procura recordar también lo desagradable. Vincule los hechos , analícelos y piense en el efecto que tuvieron en su persona. Escriba un relato de su niñez. Hallará que el hecho de pensar conscientemente en ello estimulará su memoria de modo tal qué recordará mucho más de lo que creyó posible.

Una vez descubierta la raíz de su timidez, deberá usted despojarla de toda distorsión y contemplarla en la verdadera proporción que le corresponde dentro de la totalidad de su vida. Efectúe una autoevaluación teniendo en cuenta su capacidad y aptitudes tanto como sus puntos débiles y sus desventajas.

Veamos ahora otras dos causas de timidez que no se deben al factor subconsciente.

Contacto con la gente

La falta de oportunidades para conocer gente puede originar falta de aplomo. Para esto hay solamente una solución, un tanto molesta a veces. Debemos crear las condiciones necesarias para conocer una cantidad razonable de gente.

Ello nos permitirá ponernos más prácticos en lo que respecta al tratamiento con nuestros semejantes.

Podemos concurrir a una iglesia y tomar parte activa en sus actividades sociales. Existen organizaciones culturales, sociales y deportivas que ofrece numerosas oportunidades para conocer gente a poco que nos tomemos la molestia y nos autodisciplinemos en ese sentido.

Por más que nos sintamos mal al principio debemos continuar adelante. Debemos estar preparados para enfrentar algunos rechazos y experimentar algunas discusiones. Algunas de las personas que conozcamos no nos gustarán o bien nosotros no les agradecemos a ellas. Pero aquí y allá encontraremos individuos con intereses similares a los nuestros que responderán a la apertura amistosa que le proponemos. Lento pero seguramente nos sentiremos más cómodos con la gente hasta que, finalmente, alcanzaremos esa etapa feliz en la que gozaremos de su compañía.

Un defecto físico

A veces la gente es tímida porque tiene o cree tener un defecto físico que le hace sentirse molestó, poco atractivo, diferente o inferior.

Esas personas debieron recordar qué, a menos que ellas mismas se preocupen exageradamente por poner en evidencia su defecto ante los demás, la carencia de atractivos físicos de cualquier clase lograron que sea, no tiene porqué afectar las probabilidades de gozar de compañía humana. Esas personas han incurrido en el error de concentrar su atención en ellas mismas. De ese modo están constantemente pensando en el motivo de su aflicción y no lo suficiente en los demás y en problemas ajenos a ellas.

La gente que vale la pena conocer se interesa por nosotros como individuos. Cada uno de nosotros tiene algo precioso para ofrecer a los demás que ninguna otra persona puede dar: Nuestra personalidad, nuestra amistad e interés, nuestra simpatía y solidaridad.

Es importante recordar

1. La timidez aparece cuando sus relaciones con la gente se asocian con el dolor y la frustración.
2. Por lo general esto comienza en la niñez cuando se carece de la experiencia para comprender los hechos en su real perspectiva.
3. La tensión y desagrado que sintió siendo niño, vuelven a experimentarse cuando uno se encuentra en cualquier situación que, si quiera remotamente, evoca la penosa experiencia original.
4. Pero su timidez puede deberse a una falta de aplomo ocasionada por haber tenido pocas oportunidades de conocer gente. Debe tratar de alternar más seguido con los demás, aunque al principio, ello lo haga sentirse muy incómodo.
5. O, quizás, su timidez se deba a qué cree ser físicamente desagradable. Los sentimientos de inferioridad de este tipo se exageran fuera de toda dimensión lógica sí concentra su atención en usted mismo. Interésese de por quienes lo rodean, y ellos lo harán por usted.

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por Matias